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Poniendo la empresa a pensar
Coaching, estrategia y capital humano. Reinhardt von Moltke, uno de los grandes estrategas de la historia, sostenía que estrategia no es más que poner lo obvio en la perspectiva adecuada. Pero ¿qué es lo obvio, cuando esto no se ve? ¿y que es adecuado cuando ello depende del observador que lo juzgue?
Aquí algunas reflexiones para proponer que la respuesta a dichos interrogantes está en el Pensamiento estratégico, disciplina que, en función de la velocidad del mundo corporativo actual ha sido peligrosamente simplificada, cuando no relegada, y que el Coaching estratégico es la forma más efectiva de ayudar a la dirección y la gerencia de la empresa a recuperar su inspiración, su visión de largo plazo y la consistencia de sus resultados
El Coaching se integra crecientemente al desarrollo organizacional como disciplina que potencia el capital humano a través del aprendizaje y la formación de personas y equipos en todos los niveles de la empresa.
Es en los niveles directivos y ejecutivos donde genera los mayores beneficios, por integrar dichos segmentos las personas que tienen a su cargo el desarrollo estratégico de la empresa.
Coaching y estrategia son aliados naturales.
Al referirnos a estrategia, escuchamos con frecuencia que Planeamiento estratégico y Pensamiento estratégico son tratados como sinónimos. O bien, que se considera que pensar en los datos para la planificación constituye el “pensamiento”. Aún más, no son pocas las ocasiones en que se trata como plan estratégico lo que en realidad es un presupuesto extendido.
Cuales son entonces las diferencias esenciales entre Planeamiento y Pensamiento aplicados a la estrategia, y por que es relevante ser concientes de la distinción?
Un mundo estable y previsible favorecía la planificación estratégica como herramienta de diseño y establecimiento de objetivos y control del logro de los mismos. Hacer más y mejor lo que se venía haciendo era suficiente para lograr crecimiento
La globalización ha traído consigo la necesidad de cambio y adecuación permanente, y ello obliga ya no solo a planificar, sino, sobre todo a pensar de otro modo. El pensamiento estratégico gana así protagonismo como base para la adecuación continua a las circunstancias de mercado
Henry Mintzberg, uno de los “padres” del planeamiento estratégico moderno, sostuvo décadas después de iniciados sus trabajos que los planes estratégicos ya tornan obsoletos demasiado pronto, la competencia genera y presenta en cualquier momento innovaciones que cambian completamente el escenario y que, por ende, lo más importante es enseñar y fomentar en todos los miembros de la empresa el pensamiento estratégico.
Cuando la diferencia entre planeamiento y pensamiento estratégico no está clara, la estrategia se convierte solamente en una proyección del pasado hacia el futuro, con objetivos plasmados en un plan,
El proceso se asemeja entonces a tomar resultados del pasado reciente, considerar aspectos del mercado, de la competencia, del comportamiento del consumidor, de la macro economía, de la tecnología, de la política, la sociedad, la normativa y la geografía y, a partir de allí, se proponen objetivos de crecimiento y tácticas para alcanzar las metas fijadas.
El foco del plan estratégico está puesto en lo que quiero lograr
El aspecto central del pensamiento estratégico es que incluye al estratega en la estrategia. No se trata entonces ni de un mero observador de lo que ocurre afuera (de sí mismo o de la empresa) ni un planificador de acciones para modificar la realidad.
Comprende que es parte activa de la realidad en la que pretende influir y debe por ende prestar atención a la forma en que está observando el mundo dadas sus propias condiciones y características intrínsecas.
Las personas y empresas que aplican pensamiento estratégico miran primero hacia adentro para identificar la esencia y la presencia de su contribución de valor.
Son conscientes de su influencia en el medio a través de conocer sus posibilidades de ofrecer valiosas mejoras al mercado para obtener los consecuentes beneficios.
El foco del pensamiento estratégico está puesto en las formas de aportar valor. Con ello el abanico de contribuciones posible se abre insospechadamente y allí ocurre la creatividad y la invención de nuevos caminos, oportunidades e innovaciones de todo tipo. Es a partir del pensamiento estratégico, al visualizar que mundo puede crear, que la empresa actúa hacia renovadas dimensiones y alcanza exponenciales beneficios.
El pensamiento estratégico implica comprender en profundidad nuestras características y condiciones, como individuos y como integrantes de la sociedad y de las organizaciones en que participamos.
Implica, ya no mirar solo el mercado y sus condiciones para definir los pasos futuros, sino mirar hacia adentro para saber en qué campos y en qué competencias tenemos la mayor probabilidad de éxito. En qué áreas somos excelentes, porqué nos está dado en nuestra naturaleza y en nuestros valores fundacionales y en cuáles, por el contrario, tenemos que hacer esfuerzos importantes que reducen el beneficio económico y social esperable
En qué destacamos y en qué somos solo uno más entre muchos. En qué somos capaces de aportar el mayor valor con el menor uso de recursos y tener, por ende, nuestra mayor ventaja competitiva.
El pensamiento estratégico implica conocer en profundidad dicho valor y cómo lo generamos. Qué hace que el mercado o los demás perciban dicho valor, en función de las características y cuáles son las condiciones, que aplicadas al mercado, nos permitirán generar progresiva influencia y consolidar ese “vinculo con los clientes” que llamamos “marca”.
Implica conocer el corazón de nuestro negocio y cómo se alinea con la vocación ejecutiva y los talentos de todos y cada uno de quienes integran la empresa.
Responder concientemente a estas cuestiones es la diferencia entre las estrategias satisfactorias y las verdaderamente eficaces
Si actuamos desde la naturaleza de la organización y desde aquello que la hace única, los recursos que ahorramos -al no hacer esfuerzos con baja probabilidad de éxito- los aplicaremos al desarrollo o fortalecimiento de las áreas de mayor beneficio, ya sean existentes o nuevas unidades de negocio.
Una vez que conocemos la esencia de nuestro capital para abordar el mercado podemos, sí, dedicarnos a las preguntas que hacen al mundo externo en el que funcionamos y las variables que impactan en el negocio. Pasamos así, en forma fluida del pensamiento estratégico al planeamiento y vuelta, en un continuo que se retroalimenta para una estrategia poderosa
Ahora bien, si detectamos que no tenemos el hábito de hacernos estas preguntas a la hora de hacer nuestros planes de futuro, crecimiento y desarrollo, es momento de prestar atención al Coaching Estratégico.
El Coaching nos ayuda a mirar lo que no se ve, y a ver lo que tenemos, desde una perspectiva para el éxito. Nos ayuda a lograr mayor efectividad con mayor bienestar.
El Coaching Estratégico se enfoca en identificar los puntos naturales de apalancamiento para lograr resultados superiores con naturalidad.
Todas las personas vivimos en espacios interpretativos. Observamos una realidad conforme a un modelo mental resultante de nuestra historia personal y familiar, por nuestra cultura de origen, por las creencias y hábitos que hemos desarrollado.
Todo aquello que no reside en dicho modelo mental nos resulta invisible. Constituye un espacio de ceguera cognitiva o interpretativa.
Cuantas veces no podemos entender, no podemos “ver” el porqué de las propuestas de otra persona, institución o mercado. ¿Cuántas veces todo ello nos resulta ilógico?
En esos momentos no estamos pudiendo ver lo que nuestra mirada habitual no nos permite
Allí interviene un Coach, debidamente formado y experimentado, ayudándonos ver lo que no estamos viendo y qué es necesario para el beneficio que buscamos alcanzar.
Tal Coach ayuda al directivo y al equipo humano a descubrir sus activos y el impacto sistémico que estos generan con una mirada dirigida a los objetivos que individuos y empresa se proponen
A medida que la persona o el equipo identifican fortalezas de las que no eran concientes y profundizan en la forma en que dichas fortalezas complementan las de otros integrantes del equipo para hacerlas producir más con menos, comienza a generarse un alineamiento estratégico que consolida, a través de sus actores, ese cúmulo de inteligencia, conocimiento y experiencia colectiva que llamamos, en el mundo de la empresa, Capital Humano.
Coaching, Estrategia y Capital Humano son aliados naturales.
Thomas Köttner
Managing Partner & Senior Coach
CoachReady