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Comunicación Humana
“La relación entre el ser y el habla es el pan de cada día de todos los que queremos diseñar futuros que superan el presente”, dice Ray Dalton, Coach Senior de CoachReady, en este artículo donde reflexiona sobre los aspectos ontológicos, lingüísticos y creativos de la comunicación humana.
“¿Ser o no ser?”, según el Hamlet de Shakespeare es la pregunta que ha de ser contestada. Alguien como Sartre respondería “Si.” quizás mareando a Hamlet por el resto de su soliloquio. Un elenco interesante de interlocutores pediría que aclarara la pregunta ofreciendo significados para las palabras ser, no y el signo de interrogación. Entre estos mismos interlocutores se encontrarían los charlatanes que no quieren ni una respuesta, ni siquiera una conversación y los que indagan con sinceridad para que haya una conversación creativa. Y allí otro desafío, el de conversar con creatividad.
Se trata de la pregunta por el ser formulada en palabras humanas, una cuestión ontológica y lingüística cuya respuesta siempre es, consciente o inconscientemente ontológica además de lingüística! Se trata de lo que subyace en nuestra condición humana – este “algo” que es, a la vez anterior a todo y más allá de todo, o sea, el “ser” y “no ser” que son los presupuestos ontológicos. Aparecerán con claridad en cuanto alguien se anime a preguntar por ellos, en cuanto alguien formule y arregle las palabras que los convocan.
¿Y la ontología?
Leibniz, en su única mención del término, describió ontología como la ciencia de algo y de nada, del ser y del no-ser, de la cosa y la modalidad de la cosa. Para Kant la ontología es una filosofía trascendental, el sistema de todas nuestras cogniciones a priori, efectivamente una epistemología que abraza todo concepto puro del proceso de saber y todos los principios del saber y de la razón. Es lo que está operante en el acto de generación del saber. Cuando Bateson habla de epistemología como el conjunto de reglas a través de las cuales construimos nuestra experiencia, está en la misma vecindad. Todos, con distintos grados de conciencia, proceden de las palabras usadas por Aristóteles para comenzar el cuarto libro de su Metafísica: “ser se dice de distintas maneras”. Todos nos ofrecen, y particularmente al coach, la fundamentación para todo proceso creativo que, a través de la comunicación, participa en la generación, desde la presencia permanente de lo posible, de nuevas historias.
La relación entre el ser y el habla es el pan de cada día de todos los que queremos diseñar futuros que superan el presente. Por supuesto se trata no de un uso frívolo de la palabra sino de una palabra “integral” o una palabra que encarnamos a través nuestras historias de vida. Así es que nuestra comunicación no es un traspaso de significados sino una coordinación de iniciativas donde el código no es meramente lingüístico sino profundamente moral. Esta verdad llevó, por ejemplo, a personas como Heidegger a plantear la diferencia entre habladurías y habla, o sea, entre un discurso que forma parte de una conducta poco original y un discurso que forma parte de un auténtico proyecto, un real generarse a sí mismo desde sí mismo.
En este contexto, no particular de Heidegger, ni original en que lo encontramos en muchos autores anteriores, las palabras humanas reciben una importancia suprema. Representan las cogniciones que constituyen mundos. Provienen de las reglas que delimitan nuestros mundos y son los elementos constitutivos de estas mismas reglas en un giro lingüístico – socio – cultural que nos llevan al habla que cada uno de nosotros “está siendo” en todo momento. Ontología entonces tiene que ver con lo fundamental en términos de los significados humanos. Incluye los presupuestos sobre los cuales pisamos cuando elaboramos nuestras pretensiones cognitivas y sus correspondientes acciones. Lenguaje es semiosis, o sea, el proceso de generación de palabras humanas, con todo lo que esto implica, neurofisiológica, psicológica y socio-culturalmente.
“Comunicación Creativa” – una frase posiblemente tramposa.
Creamos el mundo con nuestro accionar lingüístico, con nuestras interpretaciones y relatos, y con la capacidad que nos proporciona el lenguaje para coordinar acciones con los demás. Los seres humanos somos, eminentemente, seres lingüísticos. El lenguaje pasa a ser lo que hace de los seres humanos el tipo particular de seres que somos. Es la clave para comprender los fenómenos humanos. Elaboramos quiénes somos a través de él. Siendo seres sociales nuestro lenguaje es generativo, o sea, el lenguaje no sólo nos permite hablar «sobre» las cosas sino que hace que ellas sucedan. El lenguaje, por lo tanto, es acción. Es generativo o creativo en que crea realidades humanas. Así es que la pregunta más importante no es si el lenguaje es creativo o no, sino que estamos creando a través de nuestro lenguaje. El arte de interpretación es la manera en que los seres humanos nos creamos a nosotros mismos en el lenguaje y a través de él. Al decir lo que decimos y al decirlo de un modo y no de otro, o callando cosa alguna, abrimos o cerramos posibilidades para nosotros mismos y para otros. A partir de lo que dijimos o se nos dijo, a partir de lo que callamos, a partir de lo que escuchamos o no escuchamos de otros, nuestra realidad futura se moldea en un sentido o en otro. Así es que nosotros forjamos nuestra identidad y la del mundo en que vivimos a través del lenguaje.
Entonces no hay comunicación que no sea creativa. Toda acción comunicativa genera cambios en nuestros mundos interiores y en nuestros entornos, en la calidad de nuestros vínculos y en todo resultado que podemos medir empíricamente. Lo que puede ser modificado es el grado de conciencia nuestra con respecto a lo que ocurre en la comunicación nuestra, algo que no es sola o meramente un acontecimiento cognitivo sino más bien un desafío moral. Conciencia genera opciones, opciones la necesidad de elegir y elecciones generan carácter y costumbre. Nuestra comunicación genera y sostiene una versión de nuestra posibilidad de ser.
La precisión en el habla promueve o fomenta precisión en el razonamiento, como consecuencia, imprecisión en el habla fomenta imprecisión en el razonamiento y, como consecuencia, imprecisión en la estructura social, económica, jurídica y política. Quizás las pruebas más claras o contundentes de esta aserción incluyen los niños criados por o entre animales. El discurso de un individuo y de un grupo o comunidad es el generador y el sostén de la estructura compleja adaptativa que es nuestra realidad socio-cultural. El mensaje de Babel es claro. Si hay confusión en el lenguaje todo decae, todo se destruye.
A todo uso confundidor y, posiblemente ingenuo o perezoso, de lenguaje impreciso (con todas las consecuencias ya mencionadas) sumamos las observaciones o predicciones de George Orwell cuando presenta un mundo elaborado o generado por un uso consciente y premeditado de un discurso impreciso y eufemístico. El mundo que en el libro “1984” anunció y su terrorífico cumplimiento por parte de personas como Himmler ilustran el lado oscuro del habla. Su premisa es clara. Si sustituimos discurso recto y honorable por términos que explican de manera distorsionada, inflamatoria y peyorativa, abrimos la puerta a todo tipo de malestar.
De esta manera “ofrecer trabajo” pasa a significar “explotar”, “anunciar huelga” pasa a ser “promover inestabilidad social”, pedir que un alumno recurse una materia pasa a ser discriminación sexista, racista o religiosa y genocidio pasa a ser limpieza de una raza (racial cleansing). Este último está entre los que más repulsión genera. Auchwitz entonces era un “centro de limpieza”. Mejor no confundirnos. Esto es “comunicación creativa” o, en otros términos, una sustitución lingüística intencionada que es el malestar más grande de cualquier tiempo. Las consecuencias de la pérdida inconsciente o el abandono consciente de precisión semántica, sintáctica y pragmática demuestran nuestra dependencia sobre nuestro lenguaje. Cuando Orwell presenta un estado donde “Libertad es Esclavitud”, “La guerra es la paz.” y “La vida es la muerte.”, no exagera. Ya lo hemos observado en ámbitos “derechos y humanos”.
Tomemos otro ejemplo. La palabra adicción es otra que abarca a una multiplicidad de significados. Es una cuestión compleja hasta que punto debe ser aplicada a personas que miran “demasiada” televisión o Internet, tienen “demasiadas” relaciones sexuales (¿Soy adicto a mi esposa? ¿Debo frenarme antes de cruzar la línea de peligro?) o lean demasiado libros. Es interesante observar que un estudiante responsable y entusiasmado dentro de cualquier carrera o profesión será adicto según ciertas “definiciones” por el hecho sencillo de la cantidad de tiempo que lee y el hecho de que se gratifique leyendo. La posibilidad de que esté en un proceso fascinante y creativo de aprendizaje tendrá que ceder entonces frente al diagnóstico de adicción.
Coordinación de significados y coordinación de acciones.
Volvemos al papel central de lenguaje en la coordinación de significados y de acciones. Ya que el desafío de estas coordinaciones es eminentemente ético quizás podemos encontrar un sencillo rumbo en una oferta de Aristóteles quien propuso iniciativas humanas motivadas por lo que llamaba homofilia, un amor hacia el semejante que se ofrece como medio y fin de la comunicación y de la convivencia humana. Así podemos especificar el gran valor de una comunicación creativa amorosa como camino a contextos morales elevados. Lo “bueno” entonces proviene de un amor que la comunicación creativa amorosa puede promover. El futuro está colgado de las conversaciones que tendrán que elaborar este camino ético humano.
Bibliografía.
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Bateson, G. (1971) La cibernética del sí –mismo: una teoría del alcoholismo. En Pasos hacía una Ecología de la Mente, Ed. Planeta – Carlos Lohle, Buenos Aires, 1991,(págs. 339 – 367.)
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Whorf, B. (1959) Science and Linguistics en Language, Thought and Reality: Selected Writings of Benjamin Lee Whorf, Ed. J. Carroll, Cambridge: Technology Press of MIT, New York.
Ray Dalton
Profesor y Licenciado en Filosofía y Teología, egresado de la Universidad Pontificia de St. Patrick, Maynooth, Irlanda y de la Universidad Pontificia Gregoriana, Roma, Italia. Se encuentra doctorando en Psicología de la Universidad de Palermo. Es Counselor, Coach (ICP), Logoterapeuta, Arteterapeuta con Master en Psicología Analítica y Consultor Filosófico (APPA) certificado por Dr. Lou Marinoff. Ha completado estudios de Postgrado en Psicología Sistémica, Psicología Cognitiva y Terapia de Familia. Fue declarado Master Coach Profesional por la Asociación Argentina de Profesionales de Coaching.